17 de noviembre de 2011

SOCIEDAD

Los quillacolleños en la batalla de Aroma
HILDA GOYOCHEA MÉRIDA
COMUNICADORA SOCIAL

Un resumen de un estudio histórico del Dr. Damián Z. Rejas, destacado hombre público que prestó servicios al país. Ningún historiador se ha ocupado de lo ocurrido en Quillacollo por las tropas revolucionarias que partieron de Cochabamba con dirección a la ciudad de Oruro y pasaron por Quillacollo; suplimos esa omisión haciendo el relato conforme a la tradición auténtica y apuntes de personas antiguas caracterizadas que actuaron en esos tiempos.

La noticia en Cochabamba de que el gobernador de La Paz, Domingo Tristón, de acuerdo con el coronel Juan Ramírez organizaba una división a la cabeza del coronel Fermín Piérola, para atacar Oruro, rendirla y pasar sobre Cochabamba, el gobernador de esta ciudad don Francisco del Rivero, Esteban Arze y Melchor Villa Guzmán (alias el Quinten y no Quiten como dice el historiador Luis Paz), organizaron una fuerte división para marchar al encuentro de las fuerzas realistas. “En Quillacollo, sabedores de esto, todos se entusiasmaron para esperar a los expedicionarios con armas, provisiones de boca y gente de combate”.

En Quillacollo, se formó una comisión compuesta por Juan Hermenegildo Montaño, Guillermo Molina y José Dionisio Arce, que fueron enviados comisionados a Sipe Sipe, Colcapirhua y Tiquipaya con objeto de propagar la idea de alistar provisiones de boca y armas, caballos para organizar una fuerza de caballería que se adjunte a la fuerza que debía llegar a Quillacollo de paso a Oruro.

José Gerónimo Zamorano, en Colcapirhua, don Silvano Catacora en Tiquipaya e Ildefonso Garnica en Sipe Sipe, consiguieron exaltar el espíritu patriótico en todos sus habitantes, pues, desde el día en que se informaron de la expedición que debía pasar por Quillacollo; procedieron a elaborar tostados de maíz blanco, gris y trigo, a fabricar unos palos o sea garrotes de combate, de un metro, lanzas de dos metros, con puntas a ambos extremos, de algarrobo y molle porque el eucalipto aún no era conocido en razón de que entonces, recién se trajo la semilla de este vegetal del exterior, por el que fue presidente de la República don Aniceto Arce, otros acomodaban al extremo de las lanzas cuchillos y clavos gruesos. “A las fuerzas expedicionarias se esperaba con provisiones, armas y gente, resuelta y decidida”.

 Se mandaba comisiones diarias a Cochabamba para saber qué días debían pasar por Quillacollo. Llegó el día, en Quillacollo los esperaron con tostados, mote, corderos asados. Al entrar al pueblo; allí les obsequiaron, comida variada, chicha de maíz, maní, alojas, etc.

El pueblo hizo cuanto pudo para alegrar a los expedicionarios y exaltar su patriotismo. Se presentó un regimiento de caballería, con 500 hombres venidos de Colcapirhua, Tiquipaya y Sipe Sipe todos a combatir por la libertad, con los chapetones “muchachos”, a vencer o morir. En medio de estas alentadoras palabras y vocerío exaltador de patriotismo prosiguió su marcha el ejército, como a las 16.00 horas, ese día avanzaron poco, en todo el trayecto fueron ovacionados.


 



Quillacollo huérfana de áreas verdes
Orlando Caballero M.

Quillacollo se quedó sin áreas verdes. Sea al norte, sud, este u oeste; se puede comprobar que nos quedamos sin espacios de esparcimiento.  Los pocos espacios que quedaron se convirtieron en viviendas que en su mayoría fueron construidas por la llegada de inmigrantes del interior del país.  Quillacollo al parecer, no cuenta con un plan de asentamientos.

La Alcaldía a través de su departamento de “Urbanismo y Vivienda”, parecería que sólo se ocupa de aprobar construcciones y más construcciones, sin planificación alguna.  A este paso Quillacollo se convertirá en el “dormitorio de la gente que llega”. Los emigrantes que se fueron de nuestra ciudad a buscar mejores oportunidades de vida, invierten su dinero en busca de lotes de terreno. Las diferentes “inmobiliarias”, ponen en oferta lotes de terreno, en todas partes; aun en lugares donde, por tradición se consideraban como áreas verdes. 

¿Por qué no existe ningún plan destinado a defender y aprovechar las casi inexistentes áreas verdes en beneficio de niños, jóvenes y adultos? Ahora, los mismos, tienen que trasladarse al Cercado o la ciudad de Cochabamba, buscando parques, especialmente para los niños, que felizmente en la ciudad se tuvo el buen criterio y una adecuada planificación por parte de sus autoridades ediles. 

La ciudad de Cochabamba se destaca a nivel nacional por los espacios destinados al esparcimiento de niños, jóvenes y adultos. Nos gustaría también a los quillacolleños, tener estos espacios o áreas verdes, sin tener que trasladarnos grandes distancias. Para que esto ocurra, nuestras autoridades deberían poner un mínimo interés en velar por el sano esparcimiento de sus habitantes.

No olvidemos que en anteriores gestiones se destinó un espacio para el funcionamiento de un parque infantil, pero que el mismo hoy en día funciona como mercado.  Por estas razones los postulantes a la Alcaldía en las próximas elecciones deben tomar en cuenta este nuevo desafío, como una necesidad imperiosa, para beneficio de una sociedad que hoy por hoy prioriza los espacios comerciales e inmobiliarios por encima de las áreas verdes, que además de purificar el aire que respiramos, ofrece un aura armonioso a las ciudades.







Una mirada a la historia: Batalla de Aroma
Prof. historiador Alberto R Montaño M.




La batalla de Aroma fue un triunfo obtenido en el Alto Perú por un ejército irregular adherente a la Revolución de Mayo, ocurrida en Buenos Aires en 1810, sobre los realistas fieles a la Corona de España. Tuvo lugar el 14 de noviembre de 1810 en los campos de Aroma o Arohuma (del aimara Haru Uma), a orillas del río Aroma a pocos kilómetros de Sica Sica y al noroeste de Oruro.


Actualmente corresponde al departamento de La Paz en Bolivia. Es considerada como el nacimiento del Ejército de Bolivia, que luego se rectificaría y se fundó en 1825 a base del ejército de José Miguel Lanza.

VICTORIA.
Entretanto, la caballería de Guzmán Quitón, después de un ataque frustrado en el campo de batalla, se reorganizó y volvió a atacar con mayor decisión, poniendo en fuga a los realistas que, derrotados en toda la línea, se retiraron hacia Sica Sica dejando una estela de muertos, heridos y armamento, y más de 200 prisioneros. Mientras la caballería perseguía a los chapetones en fuga, y los infantes consolidaban la victoria, Arze congregó a oficiales y combatientes encontrándose en el centro los prisioneros realistas. Y fue ahí cuando pronunció la célebre frase: “¡Valerosos cochabambinos, ante vuestras macanas el enemigo tiembla!”.

Los últimos saldos del ejército de Piérola llegaron a las proximidades de Sica Sica, el mismo 14 de noviembre en horas de la tarde, donde esperaban hallar asilo seguro. Sin embargo, se encontraron que el pueblo de esa localidad y cientos de comunitarios de la región, convocados al sonido de los pututus, no les permitieron ingresar a la villa y, todo lo contrario, los rechazaron enérgicamente, con piedras y palos, produciendo mayor cantidad de bajas y obligando a los chapetones a continuar la fuga.

El combate en las proximidades de Sica Sica fue un choque frontal que contribuyó a diezmar los estropeados saldos de granaderos realistas que sólo tuvieron la alternativa de proseguir la huida, sin tener tiempo para recoger sus pertrechos. Escaparon a toda prisa hasta Calamarca, para luego correr a Viacha, donde llegaron al mediodía del 15 de noviembre. Se encontraron con el regimiento del coronel Juan Ramírez, acuartelado en ese punto, con quien inmediatamente pasaron al Desaguadero para ponerse a órdenes de su jefe, el general realista Manuel Goyeneche.

Al referirse a la estrepitosa huida del ejército colonial español, luego de la derrota de Aroma, el reconocido historiador argentino Vicente Sierra detalla, en su Historia de la Argentina, que: “El ataque de los cochabambinos fue puro coraje. Sin orden, sin plan, sin disposición de combate, avanzaron bajo el peso del fuego enemigo, con tal empuje que lo dispersaron y persiguieron hasta Sica Sica. En este punto Piérola intentó reorganizarse, pero el pueblo lo acometió con palos y piedras obligándolo a huir”.

 Duró el combate cerca de dos horas, en cuya situación viéndose la tropa sumamente ahogada de la multitud y el fuego recio de la artillería, no pudo mantenerse en orden y por consiguiente se puso en retirada al pueblo de Sica Sica, creyendo hallar en él algún socorro, pero fueron recibidos por sus habitantes con arma en mano”.

Concluido el fragor de la batalla, con gran algarabía los infantes del ejército patriota se dedicaron a recoger las armas abandonadas por el enemigo en los campos de Aroma y durante el trayecto de la fuga hacia Sica Sica. Allí llegaron cuando los jinetes de caballería, después de haber vuelto de perseguir a los realistas, ya los estaban esperando, desmontados y tendidos en el suelo “regalándose con la comida y las copas de aguardiente que les traían las mujeres de Sica Sica”, como está narrado por Alejo Nina.

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